¿Cuántas veces a reaccionado de manera negativa ante un problema o discusión
con otra persona? Emociones que sin duda alguna producen rabia, tristeza, dolor
y arrepentimiento por no haber actuado de manera distinta?
Las emociones influyen sobre nuestras relaciones
y futuras experiencias
Las emociones derivan en unas sensaciones, las cuales influirán en cómo vamos a ver y vivir las siguientes
experiencias parecidas de nuestra vida. Y, lo más importante, también afectarán a la gente que forme parte
de cualquiera de nuestros sistemas a los cuales pertenecemos (familia, trabajo,
amistad…). Una vez te hayas dado cuenta que la emoción intenta o ha podido
apoderarse de ti…
Primer paso, tranquilízate
El primer paso para
reconducir estas situaciones es tranquilizarte
respirando profundamente. No te culpabilices ni te obsesiones pensando
lo que deberías haber hecho o lo que no. Tómate el tiempo que te haga falta (a
medida de ir poniéndolo en práctica, el
tiempo necesario será menor).
Segundo paso, disóciate
Una vez hayas
podido neutralizar un poco ese estado de ánimo, provocado por dicha emoción, el
siguiente paso es disociarte: ponte de
espectador de los hechos y no de protagonista. Si ves todo lo que ha
pasado desde fuera, como si no fuera contigo, te ayudará a relativizar las cosas y a darle su
debida importancia sin dramatizar
en exceso. Observa la situación que ha provocado tu reacción, que ha dado lugar
a dicha culpabilidad. Estúdiala e
identifica desde la distancia qué es lo que ha generado esa emoción.
Objetiva, aprende y pon en práctica
Tercer paso, observa de nuevo
Observa tu
sensación ahora… ¿A qué no es la misma? Por supuesto sigue estando la emoción
pero has aprendido a ver como ha ido el
proceso, a objetivarlo, a desdramatizarlo y ya puedes intentar gestionar
esa emoción para que influya lo menos posible en lo sucesivo…
Cuarto paso, practica
Reconozco que no es
fácil, aunque sí muy satisfactorio y a medida que lo vas poniendo en práctica,
obtienes más y mejores resultados positivos para ti y para los que forman parte
de tu vida.
Un ejemplo: la gestión de las emociones ante una conversación
Dedica un tiempo a la preparación de la futura conversación.
Es fundamental tener claro el objetivo,
para poder gestionar bien la conversación
Una vez terminada
la conversación pregúntate: ¿He podido
gestionar la conversación fríamente? Si la respuesta és “sí”; entonces habrás logrado tú
objetivo.
Si la respuesta es “no”, posiblemente te habrán vencido
las emociones y la conversación quizás no haya ido como esperabas.
En este último
caso, permítete “no haberlo hecho bien”
y aprender de ello para la próxima ocasión ¡Es una muy buena manera de
conseguir que cualquier conversación sea buena a lo largo del día!
En definitiva,
tenemos que ser capaces de gestionar
nuestras emociones que provocan unos sentimientos los cuales no podemos
evitar y que se convierten en dueños de nuestras reacciones, de muchas de las
cuales nos arrepentimos. Es cuestión de
práctica, hasta que se convierta en un hábito, y lo hagamos sin darnos
cuenta. Pon el foco de atención en tu
objetivo, visualiza el resultado óptimo que te gustaría conseguir. De
esta forma la importancia de todo lo demás, irá disminuyendo y será más fácil
llegar a donde quieres. ¡Ánimo y mucha
práctica acompañada de inmensa paciencia! Y recuerda… ¡De todo se aprende!
Fuente:mesiento.com
bienestar para tu cuerpo, alma y mente