El apego lleva a las personas a depender emocionalmente de otro, eso
implica que en muchos casos se cae en estados de tristeza, pesadumbre e
incluso depresión si no se obtiene la aprobación de la persona hacia la
cual se dirigen los afectos.
Todo ser humano necesita amar y sentirse amado, sin embargo, cuando se
convierte en un vínculo incondicional, sin límites y sin mediar
responsabilidad y cuidado de sí mismo, entonces se llega a una patología
denominada dependencia afectiva.
Es normal que en una relación afectiva ya sea con una pareja, con los
padres o con amigos, las personas deseen lo mejor para el otro, y
esperen lo mismo a cambio, sin embargo, cuando la relación se convierte
en absorbente y tiende a paralizar la vida, se está ante un vínculo
patológico.
En este cuadro la persona se despreocupa de sí misma y centra toda su
atención en la persona de sus afectos, al grado de perder perspectiva
del daño que aquello le ocasiona y del aislamiento emocional al que lo lleva.
En casos graves, la dependencia puede generar situaciones de
violencia psicológica y/o física. Es común que se den situaciones donde
las víctimas demandan a su agresor(a), pero al tiempo cambian la versión
o solicitan retirar la demanda. Cuando se los conmina a abandonar la
conducta codependiente y dejar a la persona que lo maltrata, dichas
personas, no entendiendo la distorsión cognitiva que padecen manifiestan
amor hacia su agresor, confundiendo a quienes se dan cuenta de la
situación y cayendo en el autoengaño.